No estoy, ni cuando llego
ni cuando parto
me quedo incompleta, acá y allá
estoy en el filo del espejo
sin saber medir la sombra
que no se decide, de aquí o allá
estoy colgada
del hueco, de este lado, del otro
solo tengo una mano incolora
que me muestra el espejo
que te pide con un gesto
que me obligues a cruzar
para dejar de ser la mujer rota
que no está ni aquí, ni allá
ni en tu espejo
sino como la nervadura
de una foto arrugada
en el marco
dentro de un cajón
en el que están tus medias
donde escondes mi ausencia
mientras mi sombra espera.
Ana Abregú
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